¿Cuántas veces has oido la expresión “este profesional es muy serio”? Y normalmente lo asociamos automáticamente a que es un profesional “responsable”… ¿es lo mismo ser serio que ser responsable? Es decir, ¿eres serio y responsable?… ¿eres serio o responsable?… No es lo mismo…
No todos los que son serios son responsables, ni todas las personas responsables son necesariamente serias. Y cuando hablo de personas serias, no me refiero a personas “confiables”, sino a personas serias, que no suelen reír y consideran que sonreír por doquier es poco menos que de personas “simples” (simple, como poco inteligente).
Y creo firmemente que en estos casos confunden la seriedad con la responsabilidad y con dar una imagen que infunda respeto.
Sin embargo, observo con frecuencia que lo que realmente falta en el mundo no es seriedad, sino responsabilidad. De hecho, y como he comentado en post anteriores, hace falta RESPONS(H)ABILIDAD, como esa habilidad para responder ante lo que nos ocurre. Como esa capacidad para asumir que he cometido un error, que puedo aprender de él y entender desde la aceptación que soy humana. Muy al contrario, me encuentro con personas (en el mundo de la empresa y fuera de él), que no asumen responsabilidades, que prefieren verse como marionetas a disposición de los demás. Que si no hacen esto o aquello es “porque no me dejan”, que si no toman determinada decisión es “porque no se puede” o actúan de determinada manera porque “ellos son así” (o peor… “y a estas alturas (45-50-55 años) no voy a cambiar”…
Queridas lectoras, queridos lectores… ¡Basta ya! Basta de ponerse excusas, de dar por hecho que las cosas no van a cambiar o que no tenemos la capacidad para hacer algo. Porque esta forma de entender nuestra realidad ¿a qué nos lleva? A un conformismo anestesiante (a lo mejor esta palabra no existe, pero no he encontrado una opción mejor en este momento).
Observo las conversaciones de mi entorno y veo cómo las personas se justifican a sí mismas que esta es la realidad que “les ha tocado”, que podría ser peor y que son razonablemente felices…. Y veo cómo su corporalidad, sus gestos, me transmiten todo lo contrario. Y también observo cómo cuando atisban que se avecina un “marrón” (dícese de aquel evento profesional que, a pesar de entrar dentro de nuestras competencias profesionales, nadie quiere asumir por ser un trabajo farragoso, arriesgado o aburrido), prefieren mirar a otro lado, decir “esto no me corresponde a mi” o similar.
¿Cómo podemos mejorar nuestro nivel de RESPONSHABILIDAD? (que no de seriedad)
Cuando estés hablando de algún tema referido a ti, hazlo en primera persona del singular, como por ejemplo “esto me molesta” (en lugar de “esto es molesto”), o cuando me pasa esto…” (en lugar de “cuando te pasa esto…”). Comprobarás cómo tomas consciencia mucho más rápidamente de tus palabras y cuidarás lo que verbalizas. Serás responsable en tu lenguaje.
- Cuando hayas cometido un error, y siendo humilde y consecuente, eres consciente de que tú has tenido parte en él, acéptalo y busca soluciones y aprendizajes. Si analizando la situación descubres que realmente tú has cumplido adecuadamente con tu parte, por supuesto no hay porqué asumir acciones que no han partido de ti. Por ejemplo, si has cometido un error en el último informe de ventas, y ese error ha dependido de que no le prestaste toda la atención que debías, tómalo como una lección para la próxima vez. Si el error dependía de una información que te ha llegado incorrecta desde la fuente, cuida a futuro la información y contrástala.
- Se consecuente con tus compromisos. Si has quedado con un compañero en que le ayudarías con algún tema… Hazlo. Si no te apetece, no aceptes la petición por compromiso. La asertividad también es de personas responsables y no tiene nada que ver con ser o no un buen compañero.
Estas son tres bases sencillas para incorporar y mejorar tus niveles de responsabilidad. En tu mano queda. Puedes seguir sonriendo, reírte a carcajadas, tener sentido del humor… Siendo responsable en tu vida.
¿Quieres ser serio o quieres ser responsable?