¿Alguna vez te has parado a escuchar cuáles son las cosas que te dices? ¿cómo te ves? ¿cómo te hablas a ti mismx? Si no lo has hecho, empieza a hacerlo. Porque este es el primer paso para tomar consciencia de cuánto y cómo nos queremos. Somos la persona con la que vamos a pasar toda nuestra vida, ¿qué tipo de relación quieres tener contigo? Mi recomendación: QUIÉRETE MUCHO Y BIEN.
¿Cómo sé que no me quiero mucho y bien?
Si en tus conversaciones internas escuchas cosas como:
- No vales para esto
- Siempre metes la pata
- Qué desastre soy
- Para qué pelear por esto, si seguro que no lo voy a conseguir
- Cómo va a quererme esta persona a mi
Y similares, es que hay que trabajar mucho en cómo y cuánto te quieres.
¿De dónde viene esta forma de tratarnos?
En parte, nacemos con una genética que nos hace más sensibles a vernos en positivo o en negativo, pero esta carga genética solo supone el 30%.
El otro 70% se lo debemos a nuestro entorno, a lo que hemos recibido y observado durante nuestra infancia y adolescencia. Sobretodo en nuestra infancia.
Y es que, con todo el amor del mundo por parte de nuestros padres, ellos nos han educado y han actuado con la mejor de las intenciones, y nuestra visión como niñxs nos ha llevado a interpretar sus acciones y sus palabras desde una perspectiva que nos ha potenciado o nos ha limitado.
Un padre o una madre pueden haber trabajado muy duro para darle a su familia las mayores comodidades, pero su hijo o su hija han interpretado que eran secundarios frente a un trabajo que absorbía tanto a esos padres.
Si, además, hay comparaciones con otros niñxs, altos niveles de exigencia o falta de demostración de amor incondicional, esos niñxs crecerán con la idea de que “nunca es suficiente”.
Por supuesto, no impacta de la misma manera en todas las personas, pero es importante tener este aspecto en cuenta.
Vale, pero yo tengo 40 años y estoy harta de maltratarme, ¿hay solución?
Claro, todo tiene solución menos la muerte, que dice mi madre. Lo que hay que tener presente es que a veces la solución pasa por pedir ayuda a un profesional.
No obstante, voy a darte algunas ideas para que puedas empezar a quererte mucho y bien.
Una pauta sencilla es reflexionar sobre cuatro pilares básicos:
- Me acepto. Soy consciente de que tengo cualidades y defectos, y soy perfecta gracias a esto. Porque mis cualidades y mis defectos me hacen única. Y si hay algo que no me gusta de lo que veo, y está en mi mano cambiarlo, hago lo necesario para ello. No soy víctima de mi realidad, yo decido lo que quiero hacer conmigo.
- Me gusto. Cuido los detalles que me hacen sentirme más guapa, la ropa con la que me siento mejor, me maquillo (o no) y me veo divina en el espejo. En ocasiones caemos en la tentación de utilizar ropa que nos esconde, que nos hace “invisibles”. Evítala. Hoy en día tienes mucha información a tu disposición que te puede ayudar a elegir los looks con los que te sientas fabulosa (o fabuloso, pero aquí estoy pensando en mí como mujer, que me disculpen mis lectores 😉 )
- Me elogio. Valoro mis éxitos, acepto los cumplidos que recibo de mi entorno sin quitarles importancia. Cuando me miro al espejo y ME GUSTO (porque me he currado el paso 2), me valoro y me digo “pero qué mona estás hoy”. Cuando saco adelante un proyecto difícil o apruebo un examen complicado, lejos de quitarle importancia, pongo en valor mi esfuerzo y mi capacidad para conseguirlo.
- Confío en mí. Sé que puedo, porque he podido otras veces. Tengo las herramientas y, si no las tengo, sé dónde buscarlas. Sé que tengo la capacidad para salir adelante. Puedo conseguir lo que me proponga.
Pero ¿realmente es tan importante esto de quererse mucho y bien?
Las consecuencias de no quererse mucho y bien es caer en trampas emocionales que nos desgastan, nos hacen sentir cada vez más pequeñxs y consentimos comportamientos hacia nosotrxs que no nos hacen felices.
Cuando no nos queremos dependemos de la valoración de otras personas, por lo que sus críticas nos harán mucho más daño. Si te quieres, te darás cuenta de que las críticas se convierten en “regalos” que, si no te gustan, los devuelves sin más. No le das más importancia que la que tienen.
También establecerás relaciones más sanas y ecológicas. No habrá dependencia en ellas, te sentirás libre y darás libertad a los demás (y cuando hablo de relaciones, me refiero a la pareja, los amigos, la familia, los hijos…). Porque te quieres y sabes que te quieren. Te sientes amadx por ser tú, porque mereces ser amadx.
Y también sentirás felicidad con lo que tienes y lo que recibes, porque tienes claro quién ERES y que esto no depende de lo que TIENES. No hay envidias, ni críticas a otras personas, ni enganches emocionales con lo que tendría que ser y no es. Porque sabes que si quieres algo, puedes conseguirlo. Y si no te pones a ello, es porque no será tan importante para ti.
¿Quieres ser más feliz y vivir en paz contigo y con tu entorno?