¿Qué es lo que convierte que un propósito navideño se convierta el objetivo cumplido?
Esta es la gran pregunta para muchas personas. Y la respuesta es amplia y muy variada.
Puesto que hay muchos libros con recomendaciones muy buenas y ojeando por la red se pueden encontrar recursos muy interesantes para disolver esta cuestión, voy a plantearlo tal y como lo planteo en una sesión de coaching, cuando uno de mis coachees quiere conseguir un propósito.
Antes de empezar, voy a hacer una distinción.
Es un propósito cuando tengo el deseo de conseguir algo, pero no tengo establecido el plan para ello.
Es un objetivo cuando me he marcado unos plazos y unas acciones concretas para llegar a la meta.
La cuestión es que, en muchas ocasiones, la teoría la conocemos pero hay algo que nos frena. Ahí es donde entra el coaching.
Inicio mi sesión preguntando qué quiere conseguir.
De propósito navideño a objetivo cumplido
Un ejemplo: equilibrar mi vida profesional y mi vida personal.
A priori me surgen varias preguntas:
1.- ¿Qué entiende la persona por equilibrio?
2.- ¿Cuál es la situación de partida?
3.- ¿Para qué quiere conseguir el equilibrio?
Y esta última cuestión es crucial: no pregunto por qué, porque la respuesta que se dé mi cliente será en base a una experiencia del pasado, a un problema, a una creencia… O simplemente “porque estoy desequilibrad@” (ya de paso, el juego de palabras me viene bien)
El “para qué” orienta a la persona a su futuro, a qué es lo que quiere conseguir, qué es lo que espera, cómo se quiere sentir.
En multitud de ocasiones una sesión de coaching rueda en torno a esta cuestión.
No llegamos a cumplir nuestros objetivos porque son los de otras personas, o lo que se espera de mí, o lo que creo que es lo ideal.
Y la realidad es que cada persona es distinta y es fundamental explorar qué es lo que quiere cada uno, antes de luchar por algo que no me va a hacer feliz. Es más, que me va a frustrar, porque no voy a luchar por ello y voy a generarme la creencia de que “nunca consigo lo que quiero”.
Cuántas veces nos hemos propuesto al inicio del año: dejar de fumar, ir al gimnasio, hacer dieta, aprender idiomas…
Son clásicos navideños, como el turrón o los villancicos, pero la realidad es que no creemos que sean realmente importantes si no le estamos prestando atención a su cumplimiento y año tras año sigue el mismo propósito.
Moraleja:
Antes de plantearte un objetivo, plantéate cómo contribuye su consecución a tu felicidad y, más importante aún, si realmente te apetece luchar por ello y esforzarte para conseguirlo… ¿merece la alegría el esfuerzo?¿realmente voy a tener un retorno de mi inversión en tiempo, ilusión y recursos?
Si la respuesta es NO, cambia de propósito, porque este no merece la pena.
Si la respuesta es SI, dame unos días, porque en mi próximo post hablaré sobre cómo plantear un objetivo para conseguirlo, así como aprender y disfrutar en el camino.
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[…] y los kilos de más, es difícil encontrar el tema novedoso. Yo ya escribí en su momento acerca de objetivos y motivación, por lo que me he lanzado a las redes a ver qué es lo que se barrunta por […]