Coaching y Emociones III

Y Nacho descubrió otra realidad en cuanto a su emoción.

Tras nuestra primera sesión de coaching, Nacho ha estado trabajando concienzudamente sobre la seguridad en sí mismo y su capacidad para enfrentarse a los retos desde la aceptación de obtener un resultado no esperado (por fin ha dejado de considerarlo un fracaso, simplemente un aprendizaje de cómo no hacer las cosas).

La clave para él fue cómo gestionar el miedo. Para él, el miedo era algo inconcebible para un hombre de su edad y formación, sin hablar de su posición dentro de la compañía. El miedo es una debilidad, un problema para cualquiera, si bien en el caso de las mujeres “es algo socialmente aceptable” según sus propias palabras. “A las mujeres se les permite tener sentimientos y todos sabemos que son más emocionales que los hombres”.

Sin darse cuenta, su creencia sobre la emocionalidad masculina/femenina, representada por el miedo, era lo que estaba bloqueando su desarrollo.

Ante sus observaciones, su coach le pregunta:

“¿Qué hay de cierto en esto que estás diciendo? Apóyalo con hechos”.

Y Nacho lanza sin pensar un montón de situaciones que muestran “la realidad”, “los hecho son los hechos”: la discriminación positiva, la baja por maternidad, el día de la mujer trabajadora… Todo son ventajas para las mujeres, “por eso se pueden mostrar tal cual son y no les pasa nada, no hay consecuencias”

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Su coach le pregunta “¿Con quién has hablado de todo esto?”. “Pues contigo” le responde Nacho. Ante esta respuesta, su coach le replantea la cuestión orientándola a cuál es su fuente de información, si ha preguntado o debatido con alguna mujer acerca de esta “realidad”.

Algo reacio, Nacho reconoce que no ha indagado, que es su impresión en base a la observación de sus compañeras y amigas, a cómo trabajan y se comportan en el entorno laboral. Y, por supuesto, las leyes, que defienden y mantienen este sistema.

Finalmente se decide por plantearse como plan de acción mantener una conversación con al menos 5 mujeres, con circunstancias diferentes a nivel profesional y personal, y replantearse la cuestión inicial.

Sus 5 candidatas al estudio

La Directora del departamento de RRHH, mujer de 42 años, casada y con dos hijos; una compañera del departamento financiero, soltera de 37 años, sin hijos; un miembro de su equipo, 30 años y madre soltera; su propia mujer, profesional con responsabilidades de 35 años; y su tía, con 59 años y ama de casa (se decide por esta alternativa por tener una perspectiva temporal).

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Tras las conversaciones con ellas, descubre que ellas también tienen miedos, sufren desigualdades (y no sólo por ser mujeres, sino por muchas otras razones), y luchan constantemente por demostrar lo que valen. Cada una de ellas tiene una circunstancia distinta, que le ha obligado a elegir un camino o lo han decidido por sí mismas, pero en algún momento, todas ellas, han sentido el vértigo que está sintiendo Nacho: incertidumbres, decepciones, alegrías, miedos, tristezas… Todas estas emociones han formado parte de la vida de todas estas mujeres.

 

Nacho se pregunta, tras sus conversaciones con ellas, por qué él tiene la sensación de estar frente a mujeres serenas y con seguridad en sí mismas si, al mismo tiempo, le han revelado el bullicio emocional que llevan por dentro…

Lo que aprendió de sus emociones gracias al coaching

Tras un tiempo de reflexión se dio cuenta de algo que marcaba la diferencia: ellas se permitían sentir sus emociones, vivirlas y disfrutarlas, sin anclarse en ellas y sin negarlas. No es una cuestión de que el mundo se lo ponga fácil, se trataba de que él mismo debía permitirse tener emociones. Él mismo se estaba limitando y su cuerpo se estaba revelando ante este constante “juego del escondite emocional”.

Hoy en día es una persona más tranquila, paciente y autocontrolada. Aún le cuesta en ocasiones controlar su irascibilidad cuando recibe una carga de trabajo importante, pero la gestiona de una manera positiva: establece un plan de trabajo con objetivos pequeños y abarcables, lo que le facilita fijarse en un primer paso y no en todo el camino, y se dice a sí mismo:

“esta es mi emoción y gracias a ella voy a poder conseguir mi objetivo”.

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